Se entiende por fraude alimentario el incumplimiento intencionado de la legislación alimentaria con la producción y/o comercialización de alimentos no conformes con fines económicos.

Casos como el fraude del atún rojo o la miel adulterada durante el 2018, unidos a otros anteriores como la presencia de carne de caballo en hamburguesas de vacuno en el 2013 y la crisis que supuso en el sector, ha generado la desconfianza tanto en consumidores y autoridades competentes como en la propia industria que ve afectada su imagen.

La globalización del mercado actual conlleva un aumento de las exportaciones mundiales cada vez mayor que puede propiciar un aumento de los fraudes tanto de materias primas como en la comercialización de productos alimentarios.

Todo ello ha llevado a la Unión Europea a poner su foco de atención en el fraude alimentario y algunas de las normas de certificación alimentaria más importantes como BRCIFS y FSSC22000 recogen requisitos específicos dirigidos al control de proveedores y materias primas que permitan minimizar el riesgo de introducir materias primas fraudulentas en el proceso de producción.

Este engaño se puede producir en cualquier fase de la cadena alimentaria (producción, distribución, puesta en mercado) o bien deberse a malas prácticas de elaboración, manipulación yo control. Por ello, todos los agentes integrantes de la misma, desde el productor al consumidor final, deben tomar las medidas preventivas necesarias.

El Reglamento (UE) 2017/625 relativo a los controles y otras actividades oficiales realizados para garantizar la aplicación de la legislación sobre alimentos y piensos, y de las normas sobre salud y bienestar de los animales, sanidad vegetal y productos fitosanitarios, considera alimentos especialmente vulnerables al fraude: aceite, pescado, alimentos ecológicos, miel, cereales, café, vino, zumos, lácteos y carnes, si bien afecta a todo tipo de alimento.

Europa tiene uno de los más avanzados sistemas de control y seguridad alimentaria del mundo. Los sistemas de trazabilidad (el control de la cadena alimentaria desde la granja a la mesa) son en sí mismos una garantía, ya que permiten identificar en qué punto de la cadena de valor ha surgido el problema y depurar responsabilidades.

Por otra parte contamos con una excelente herramienta para el control: las bases de datos de RASFF (Rapid Alert System for Food and Feed). El RASFF se constituyó en el año 2002 para facilitar a las autoridades en materia de control de los alimentos y piensos de la Unión Europea una herramienta efectiva de intercambio de información que permita la rápida toma de decisiones ante la aparición en el mercado de riesgos relevantes en materia de seguridad alimentaria.

 

En la industria alimentaria una de las formas más eficaces de implementar un buen sistema de control del fraude alimentario es la implantación y certificación de las normas internacionales IFS, BRC y FSSC22000 asociadas al concepto de Calidad y Seguridad Alimentaria contribuyen a la CREDIBILIDAD de los productos y empresas. Una buena gestión de la Seguridad Alimentaria contribuye a cumplir con la legislación y normativa vigente al tiempo que mejora la imagen de la empresa diferenciándola respecto a sus competidores.

 

En EKOSYSTEMA Desarrollo Sostenible podemos ayudarte a detectar y gestionar cualquier riesgo de fraude alimentario para cumplir con la legislación vigente y con los requisitos de tus clientes. Además te ayudamos a cumplir con los nuevos requisitos de los estándares IFS, BRC y FSSC22000 relativos al fraude alimentario tanto para su implantación y certificación, como para la actualización a las nuevas versiones de las normas.